Ya no hace falta pagar para obtener aplicaciones que hagan cualquier cosa, y aunque es cierto que hay apps
de pago, las seguirá habiendo, y esto es algo bueno, cualquiera de
vosotros seguramente ha pasado horas y horas descargando aplicaciones y
probándolas. Estamos conectados a nuestra red WiFi y hacernos con nuevo software es
tan sencillo como ir a la tienda de turno, App Store o Google Play, y
descargarlo. Pues bien, descartando las aplicaciones maliciosas que se
pueden encontrar en ambas tiendas (especialmente en la de Google), hay
un peligro del que más de uno puede no haberse percatado: Las aplicaciones que modifican el sistema y lo dejan tocado aun cuando son desinstaladas.
Resulta que el SDK y las herramientas de desarrollo de
Android permiten acceder a variables del sistema que no están siquiera disponibles a través de la interfaz, con lo cual si son cambiadas desde una aplicación difícilmente van a poder ser canceladas a través del sistema.
El ejemplo, que no deja de ser un ejemplo puesto que
se pueden modificar bastantes variables, es el de una cosa sencilla
como la desaparición de una opción en el silde de volumen del
sistema.
Un
programa externo, cambia la configuración del
sistema, y esta permanecía alterada. El nombre de la aplicación es puramente
anecdótico, ya que el problema no es este sino el que veremos en un par
de párrafos, pero lo diré por si ayuda a alguien: 360 Launcher. Se trata de un lanzador de aplicaciones con algunas características añadidas como la optimización del sistema.
Volviendo a este oscuro asunto, y a su solución, esta pasó por volver
a instalar el programa, tratar de revertir la configuración del
sistema, y desinstalarlo de nuevo. Por supuesto, tenemos una solución
infalible para devolver a nuestro Smartphone al estado original, aunque ¿a qué precio? Ese precio es un hard-reset,
dejando el terminal tal y como salió de la fábrica, perdiendo datos,
aplicaciones, y demás elementos que conforman nuestros dispositivos, los
cuales en este momento son ya únicos precisamente debido a esa
información. Perdida de datos, seguramente recuperables, y pérdida de
tiempo, sin contar que lo que nos sucedió podría volver a pasar.
Si estas aplicaciones no son el problema, ¿Cuál es entonces? El propio Android. No, no me malinterpretéis, ni me tachéis de hater o de Apple Fanboy.
Android me convenció hace mucho tiempo sobre otros sistemas como iOS,
pero hay que reconocer sus puntos fuertes y débiles. Y que una compañía
como Google permita a aplicaciones modificar, así como así, variables
del entorno que ni siquiera están disponibles para el usuario a través
de la interfaz, no se puede decir que sea un punto fuerte.
¿Se trata de opciones ocultas que se han quedado fuera de esta
versión de la interfaz? Puede. Pero de ser así, el sistema debería
modificarse también para no permitir acceder a ellas desde aplicaciones
de terceros, o incluso de la propia Google, si estas son desinstalables.
Lo mejor de todo es que en los permisos especiales que debemos
aceptar antes de instalar la aplicación no se nos dice nada al respecto,
y también es algo indetectable por parte de aplicaciones como AppBrain, de la que hablábamos hace poco.
¿Cómo evitar que esto suceda? Bueno, teniendo siempre mucho cuidado con lo que instalamos y asegurándonos que sabemos lo que hacemos con cada opción.
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